El juego fue hecho para caminar

“Estás cometiendo un grave error si pensás que el juego fue creado para realizar los golpes,” me dijo con su mirada penetrante mientras nos sentábamos frente al hogar del bar de Liston en el clubhouse de Burningbush. “El juego fue hecho para caminar”. Señaló uno de los grandes portarretratos Victorianos que colgaban en la pared sobre nosotros, “Y ese hombre nos enseñó cómo”. El portarretratos mostraba un hombre de mirada feroz, erguido y con un gorro similar al de un scout indio. Me lo imaginaba caminando con pasos largos por el fairway con ese look, acechando a los nativos paganos con sus hombros echados hacia atrás. El había sido coronel en los regimientos indios de la Reina Victoria. Shivas pudo notar mi desconcierto.

“Verás”, continuó, “ese hombre se hizo famoso aquí por como caminaba. Decían que si jugabas con él, por mucho tiempo su espíritu permanecía contigo y aprendías a disfrutar cada paso que dabas. Decían que a veces olvidaba sus tiros, tan buena era la caminata. El caddy debía recordarle que golpee la pelota.” Llamó a Liston que estaba en el bar y le preguntó si conoció al hombre del cuadro. El amable barman miró la imponente figura y meneo su cabeza de lado a lado. No podía recordarlo; llegó a Burningbush luego que el hombre muriera.

Shivas volvió a su historia. “Jugué una vez con él cuando tenía noventa años. Fue una experiencia que nunca olvidaré. Seguía caminando y disfrutando con sus claros ojos azules, diciendo que había aprendido a caminar así con un yogui de la India cerca del año 1880. Había ido a caminar con el yogui por los Himalayas y nunca llegó a la cima. Dijo que una caminata como esa era tan buena para el alma como un día en la iglesia, y eso era mucho viniendo de él que era un buen Presbiteriano. Me di cuenta que apenas prestás atención a la caminata.”

Admití que no. Que el próximo tiro era lo que generalmente me preocupaba. Todavía hoy tengo problemas en recordar su consejo.

“Bueno, eso es muy malo”, dijo mientras observaba el fuego, “no mucha gente lo hace. Es una lástima, es una …. Lástima, porque si puedes disfrutar la caminata, probablemente puedas disfrutar los momentos en tu vida en que estás entre una cosa y la otra. Y eso pasa la mayor parte del tiempo, ¿no te parece ?”

Extracto del libro "Golf in the Kingdom" de Michael Murphy