sábado, 26 de marzo de 2011

Concentrándose

La distracción como atracción

La concentración como la relajación huyen ante la persecución. Sin embargo tendemos en nuestro mundo a considerar la concentración como algo que se nos impone, algo que requiere esfuerzo, algo que nos obligamos a hacer. Pero ocurre que la concentración es una atracción, un llamado a nuestra atención…

Tendemos a confundir tales cosas como preocuparnos de algo o pensar acerca de algo por concentración. (“¿Estoy haciendo esto correctamente? ¿Voy demasiado rápido? ¿Es éste el modo en que debiera sentirse?”). Esto no es concentración. De hecho representa una perturbación en la concentración. Son remolinos, baches en el flujo suave de la atención.

La concentración es un darse cuenta flexible de lo que es importante y de lo que no es importante a la tarea del momento. Es una diferenciación clara entre qué es figura y qué es fondo. Es atender a la figura mientras uno está consciente del fondo…

Al aprender algo como el esquiar (en nuestro caso el golf), la flexibilidad en poder jugar con la figura y el fondo, es esencial. Es necesario meterse y salirse para allá y para acá de la parte o la totalidad, desde lo específico a lo general. A pesar que la atención está en un aspecto, uno nunca pierde la conciencia de su relación con el otro. Uno nunca está fuera de contacto con la totalidad, la unidad de los aspectos.

Por ejemplo, al concentrarse en el modo que se está implantando el bastón, o como se está canteando, o el cambio de peso, además se está consciente de cómo las diversas partes calzan con la totalidad del giro. Y además cómo la vuelta se relaciona a las partes. Para allá y para acá -fácil y rápidamente- las partes y la totalidad, hasta que se experimentan como un "uno". Está la figura; está el fondo; está la totalidad de la experiencia única.


Extracto del libro El esquiador centrado de Denise Mc Cluggage

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